Santa Claus conquista a los marcianos (y a la ciencia)

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Santa Claus conquista a los marcianos

La descubrí gracias a Paco Tomás y José Martret en el programa de Radio Nacional La Transversal, y desde entonces se convirtió en mi favorita de la sección «Carne de videoclub», donde analizaban películas desde la óptica de Xisca Tangina Martorell, un entrañable personaje mallorquín a quien da vida magistralmente José Martret y que ha trascendido a otros programas de radio del Ente Público.

Santa Claus conquista a los marcianos (Nicholas Webster, 1964), considerada una de las peores películas de la historia, está muy arraigada a la cultura popular americana y ha sido objeto de mofa, befa y escarnio desde multitud de shows televisivos con mayor o menor cariño. Un buen ejemplo, Mystery Science Theater 3000 (Misterio en el Espacio en España), serie en la que unos maléficos científicos capturan a un astronauta y a sus robots y les obligan a ver películas de dudosa calidad.

Concebida como una simpática y original historia navideña, fue muy mal recibida por la crítica. Y no es de extrañar: empachosos personajes, trama absurda, ensalzamiento paroxístico de Santa Claus, caracterizaciones lastimosas… Pero estas son precisamente las fortalezas que han hecho que  a día de hoy, incluso en España, sea recordada con cariño, y más este año en el que ha fallecido a los 96 años Milton Delugg, compositor del tema principal de la película y en cuyo curriculum se encuentra  la dirección musical del canal televisivo NBC.

Pero además de la diversión que puede llegar a producir un visionado de Santa Claus conquista a los marcianos (mejor en compañía), también existen algunos aspectos científicos interesantes, algunos de los cuales pude abordar el año pasado en el microespacio de Radio 5 Ciencia y acción.

El film, estrenado cuando todavía faltaban 5 años para la llegada humana a la Luna, es la historia del secuestro de Santa Claus por parte de una civilización mucho más avanzada que la terrícola pero en la que, a pesar de sus avances, los niños carecen de la alegría e ilusión que les puede hacer felices. Vemos unos marcianos que con su tecnología (de cartón piedra) son capaces de llegar a la Tierra en apenas unos días u horas, quedando muy bien reflejada la desventaja tecnológica con respecto a nuestros vecinos: el experto aeroespacial Lothar von Green habla a los medios de comunicación de un viaje a Marte (para rescatar a Santa Claus, por supuesto) muy peligroso por la falta de pruebas previas y con una duración de seis meses, una cálculo temporal bastante realista. Todo ello poniendo de acuerdo a todas las naciones de la Tierra, incluyendo a la Unión Soviética en plena Guerra Fría, para hacer frente a los enemigos comunes.

Como en todas las películas navideñas (y más si Santa Claus está involucrado), debe haber niños en la historia: niña y niño marcianos (Girmar, interpretada por Pia Zadora, y Bomar) y niña y niño humanos (Betty y Billy), este último un fanático del espacio y con vocación de astronauta. Esta pasión por el conocimiento, por supuesto, no se ve reflejada en ninguno de los niños marcianos, quienes hasta la llegada de Santa Claus se aburren como ostras.

Desde el año pasado me he propuesto ver esta película cada Navidad de mi vida, pero quienes estén en Madrid estas fiestas tendrán la oportunidad de hacerlo de una forma especial: asistir el 30 de diciembre al evento, organizado por Cine Cutre, en el que se exhibirá Santa Claus conquista a los marcianos. Esperemos que algo de su ciencia se cuele entre los comentarios con que se amenizará la proyección.

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