Miguel Vicente: «Las bacterias son mucho más inteligentes que nosotros»

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Miguel Vicente visitó la Universidad Miguel Hernández durante la Semana de la Ciencia.

Miguel Vicente visitó la Universidad Miguel Hernández durante la Semana de la Ciencia.

Es un hábil docente pero no es profesor universitario, tiene una plaza como científico en el Centro Nacional de Biotecnología, pero critica sin tapujos cómo se gestiona la investigación en España. Miguel Vicente lidera el grupo de Control Genético del Ciclo Celular cuya labor principal es el desarrollo de antibióticos estudiando a nivel molecular las proteínas de organismos modelo, como por ejemplo la bacteria que todos tenemos en el colon: Escherichia coli. El mal uso de los antibióticos y la facilidad con que las bacterias patógenas adquieren mecanismos de resistencia que les permiten sobrevivir al tratamiento con fármacos sitúan la línea de investigación de Miguel Vicente en lo más alto del escalafón de áreas prioritarias en investigación Biosanitaria.

P: Su trabajo tiene una gran relevancia para la sociedad, pero la divulgación en Ciencias Experimentales es muy complicada debido a que se requieren conocimientos específicos para poder comprender exactamente qué se está investigando. ¿Acepta el reto?

R: Es complicado, pero no imposible:

Las bacterias causan un gran número de enfermedades infecciosas que son todavía un problema para sanitario tanto en países desarrollados como no desarrollados. Desde los años cincuenta del siglo pasado hasta la actualidad se han ido encontrando distintos antibióticos para combatir las infecciones bacterianas, como por ejemplo la penicilina.

Sin embargo, las bacterias están contraatacando para poder resistir a los antibióticos que estamos utilizando, de manera que éstos dejan de funcionar y se necesitan nuevos antibióticos. Éstos son muy difíciles de encontrar, puesto que los que eran sencillos de descubrir ya se han utilizado ampliamente y las bacterias ya han generado resistencias frente a ellos. Los antibióticos que eran sencillos ya los tenemos, y por eso hay que saber más qué procesos vamos a bloquear en las bacterias para que sean incapaces de proliferar

En mi grupo de investigación nos dedicamos a profundizar se dedica a esta parte del proceso, y los resultados que obtenemos se lo pasamos a empresas farmacéuticas que van realizarán una selección de compuestos para desarrollar nuevos antibióticos que lleguen a la clínica.

P: En su laboratorio se estudia en profundidad una proteína bacteriana, la FtsZ, muy similar a la tubulina en humanos. ¿Cuál es la razón?

R: La proteína FtsZ, al igual que la tubulina, que tenemos todos en nuestras células, participa en la división celular, de manera que es una buena diana terapéutica. Si la bloqueamos podremos detener el crecimiento bacteriano, pero se requiere un conocimiento exhaustivo de su estructura para identificar las sutiles diferencias existentes con respecto a la tubulina para evitar producir un antibiótico tóxico para nosotros.

Las diferencias “de bulto” entre dianas humanas y bacterianas ya están identificadas, y por ello es necesario estudiar hasta este nivel de detalle para desarrollar nuevos antibióticos, que nos servirán para un período determinado, puesto que también se acabarán desarrollando resistencias. Las bacterias nos tienen ya la partida ganada, son mucho más inteligentes que nosotros y son capaces de adaptarse a cualquier condición ambiental y aprovechar cualquier recurso.

P: El último proyecto en el que está participando consiste en emular los procesos de división bacteriana en un tubo de ensayo sin bacterias…

R: División celular sin células, eso es realmente queremos hacer. Ensamblamos los distintos componentes de la maquinaria de división de la bacteria y la hacemos funcionar en el tubo de ensayo. De este modo tenemos un control mucho más preciso de las condiciones en que se producen los fenómenos de división para poder estudiarlo mejor.

“Al final el dinero se destina, sustancialmente, a la “i” pequeña (innovación), no se puede engañar a la población haciéndole creer que se dedica a investigación”

P: Este proyecto está financiado por la fundación internacional Human Science Frontier. A nivel nacional, ¿cómo podría mejorar la investigación?

R: Hacen falta dos cosas. Por un lado, se deberían dedicar los recursos suficientes para desarrollar las investigaciones y mantenerlas a lo largo del tiempo. Obtener resultados relevantes y que puedan solucionar realmente un problema no es cuestión de sólo tres años, sino de casi toda una vida. La segunda cuestión es simplificar el sistema por el que se gestiona y administra la investigación, y se pierde mucho tiempo. A pesar de que se puedan contratar gestores que se encarguen de la parte burocrática, al final todos los problemas de detalle recaen en el investigador.
Esto es así no sólo en España, sino en todos los países, aunque aquí de una manera más acuciante: no habíamos comenzado a despuntar cuando, como quien dice, nos han cortado ya la cabeza.

P: De hecho, la crisis ha supuesto un recorte del 15% del presupuesto de 2010 para investigación…

R: Además de eso, para justificar las inversiones cada vez añaden una letra más para denominar lo mismo: primero era investigación, luego investigación y desarrollo (I+D), y ahora además tenemos la “i” pequeña, la innovación (I+D+i). Estos tres conceptos no son equivalentes, pero en realidad se reparten el mismo dinero que conceptualmente se supone que se dedica a investigación.

P: ¿Cuál es exactamente la diferencia entre estas tres letras?

R: Investigación es encontrar un material con el que uno pueda desarrollar semiconductores que permitan diseñar una placa de ordenador o una memoria más rápida, desarrollo es fabricar el ordenador, pero innovación sería instalar un programa para llevar la contabilidad de los kilos de harina que entran en una fragata, vez de que el marinero lo haga con papel y lápiz. Se mete todo en el mismo saco y al final el dinero se destina, sustancialmente, a la “i” pequeña (innovación), no se puede engañar a la población haciéndole creer que se dedica a investigación.

“Decidir sobre cuestiones sobre las que no se tienen una información extensa y precisa conlleva a que en vez de democracia tengamos el sorteo de la lotería”

P: Para que las cosas mejoren a nivel de gestión y financiación, ¿piensa que sería positivo comunicar mejor la ciencia a la sociedad?

R: Desde luego nunca se van a ver manifestaciones en la calle pidiendo más investigación a gritos, hay que ser realistas, pero la sociedad también tiene un derecho sobre el investigador. Éste debe esforzarse en transmitir los conocimientos que ha adquirido no solamente para los eruditos, sino también en un lenguaje que pueda ser comprendido por la mayor parte de la gente. Es importante que la sociedad esté bien informada acerca de cuestiones como la Ecología o la Medicina Muchos de estos temas son objeto de debate político, y la gente tiene que saber a qué atenerse cuando los partidos políticos toman distintas directrices relativas a estas áreas.
La democracia no es democracia si el pueblo no está educado, y decidir sobre cuestiones sobre las que no se tienen una información extensa y precisa conlleva a que en vez de democracia tengamos el sorteo de la lotería.

P: Y en esta “lotería”, ¿qué papel desempeñan los medios de comunicación cuando transmiten información relativa a estas cuestiones al público?

R: Soy bastante crítico al respecto. Falta mucha información relativa a la ciencia en los periodistas encargados de generar información científica. Afortunadamente cada vez existen más profesionales que saben mucho y que se dedican a estos temas, pero el desconocimiento es la tónica general.
Difícilmente puedes informar de algo que uno no sabe. En primer lugar no sabes a quién te tienes que dirigir y qué preguntas le tienes que hacer y además tampoco entiendes qué es lo que te contesta.

P: ¿Cómo se podría mejorar esta asignatura pendiente de la comunicación?

R: Sería muy deseable que en las carreras de Periodismo hubiera más información relativa a temas científicos. Sin embargo, ahí topamos con el hecho de que tradicionalmente estos temas han estado en manos de lo que se podría denominar “gente de letras”, y en esos ambientes no sólo no se dan cuenta de que no saber ciencia es ser un inculto sino que además algunos tienen a gala en ser ignorantes de la ciencia, eso demuestra una cortedad de miras enorme.

P: ¿Cuál fue el origen del camino le ha llevado hacia lo que es hoy como científico?

R: Empecé sentir curiosidad por el mundo natural cuando tenía entre catorce y quince años, momento en el que se pasaba del Bachillerato Elemental al Bachillerato Superior y elegí Ciencias en vez de Letras. Una de las una asignaturas se llamaba “Ciencias Naturales”. El profesor, un cura escolapio muy severo, era muy didáctico y utilizaba métodos novedosos para la época. Recuerdo que una día nos vez nos hizo comprar una sardina en la pescadería, hacer su disección y dibujarla. En ese momento decidí que me gustaba la Biología.

P: La Biología en realidad es un término muy amplio, ¿por qué Biología Molecular y Microbiología?

R: En la Feria del libro de Madrid, que ponían todos los años en junio, había dos libros que me gustaban mucho. Yo estaba ya segundo de carrera, en Ciencias Biológicas, y lo cierto es que tenía muy poco dinero, de manera que no pude comprar los dos. Uno de ellos trataba de invertebrados marinos y el otro de  virus y de Genética Molecular. Ya puedes imaginar cuál elegí. El problema de las decisiones no es lo que decides hacer, sino lo que tienes que dejar.

Miguel Vicente conserva todavía su trabajo para la asignatura Ciencias Naturales que realizó durante su adolescencia y del que se siente muy orgulloso.

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