Cultura científica, cultura «canónica»

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Cultura científica en la Sala Apolo de Barcelona: Genís Segarra y Carlos Ballesteros con el equipo de Feedback.

El otro día, en una conversación de pasillo le comentaba a un compañero de mi centro de investigación que el próximo programa de radio que iba a preparar trataba sobre el matemático y padre de la computación Alan Turing, de cuyo nacimiento este año se cumple el centenario. Me sorprendió que, de repente, me manifestase su percepción acerca de los denominados intelectuales y de los “requisitos” necesarios para que una persona sea etiquetada como tal. Por lo que me contaba, entre su círculo de conocidos hay un grupo de señores que, al parecer, se consideran a sí mismos como intelectuales, todos ellos con distintas carreras universitarias y que se reúnen de vez en cuando para discutir, reflexionar y compartir conocimiento.

Según mi compañero era injusto que una persona pudiese ser considerada como intelectual sin tener siquiera unas mínimas nociones de cuestiones científicas. Dejando de lado el hecho de que no comprendo en qué consiste exactamente el apelativo “intelectual” y que suelo desconfiar de aquellos que se consideran a sí mismos como tales, lo cierto es que según su tesis parece que lo que se denomina cultura por parte de toda la sociedad  y la cultura científica son términos independientes. Las razones de esta dicotomía cultural quizá sean las mismas que puedan explicar por qué nuestros gobernantes toman decisiones sobre cuestiones en que la ciencia está presente (porque la ciencia está presente en todo lo que nos rodea) sin ofrecer ningún razonamiento al respecto y sin que sean cuestionados de forma analítica por los políticos de la oposición, únicamente con mantras inversos a los emitidos desde el “bando contrario” pero igual de poco fundados.

Al mismo tiempo que se puede percibir  la dicotomía cultura/cultura científica, también existen en el ambiente diferencias en la consideración social acerca de los distintos productos culturales, es decir, se suele dar más “valor cultural” a una obra de teatro o a una ópera que a una película de ciencia ficción, un fanzine o un concierto de pop.

La producción cultural más interesante que me he encontrado de momento este año combina ambos conceptos de “cultura no canónica”: Un dígito binario dudoso,  el  homenaje a Alan Turing del dúo barcelonés de pop electrónico Hidrogenesse inspirado en su producción científica y su vida. Seguramente, para los intelectuales a los que se refería mi compañero, ni Hidrogenesse ni Alan Turing sean considerados referencias de primer orden para su acervo cultural.

Por supuesto, en el próximo programa en Feedback sonarán las canciones de Un dígito binario dudoso y las opiniones de los componentes de Hidrogenesse sobre la ciencia, las máquinas y la figura de Alan Turing registradas por esta redactora en su camerino en la Sala Apolo de Barcelona.

 
Tribuna escrita para la revista cultural Diddlebock

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